XIV
Cuando paseaba y cantaba una vocecita parecía surgir de un gran agujero en el suelo.
-Hola. -la saludé.
-Hola.
-¿Quieres salir a jugar?
-No se… No recuerdo lo que es jugar con alguien. ¿Me hará daño?
-No puedo saberlo. Solo sé que cuando juego me divierto, y si juego con alguien nos divertimos. Porque no pensamos en nada, solamente jugamos, nos dejamos llevar, como cuando juegas con las olas…
-¿Qué son las olas?
-Están en el mar. ¡Son tan bellas! Es como si alguien enormemente grande agitara un inmenso cubo de agua y tú estuvieras dentro.
-Suena divertido. Me gustaría conocer las olas.
-Para eso tienes que salir.
-Pero… ¿cómo sé que es verdad lo que me estás diciendo?
-Es verdad. Pero es mi verdad. Para que se convierta en tu verdad tienes que salir de la cueva y verlo por tí mismo. El mundo es un lugar increíble, lleno de cosas maravillosas y de gente curiosa, y muchísimos niños con los que jugar. ¿Quieres salir a jugar?
-… ¡Si!
Muchos niños viven escondidos en cuevas, algunas más profundas que otras. Todos quieren salir, aunque al principio siempre tienen miedo. A algunos les cuentan que el mundo es peligroso, así que se acobardan. A otros incluso los han atado con cadenas al fondo de la cueva, así que si quieren salir tienen que romperlas. A otros simplemente los llenan de riquezas y de cosas que brillan, como monedas de oro o joyas, para que no descubran que la luz del Sol brilla aún más, y que lo que más brilla es lo que no puedes poseer.
Al final, tarde o temprano, todos los niños terminan por salir. Algunos son llamados por la fuerza interior y rompen sus cadenas, que nunca habrían imaginado tan frágiles. Otros comprenden que el brillo más fuerte nace de dentro. Otros son encontrados por otros niños, que los llaman a jugar. Entonces despiertan. Un niño feliz es un niño que juega.
¡Es tan maravilloso ser niño!
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